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Muralla Medieval

La ciudad contaba con una importante muralla de origen medieval (siglo XIV) que rodeaba el núcleo urbano y servía para protegerla de agresiones externas, controlar los tráficos de mercancías, aislar el núcleo en tiempo de peste, etc. Pero poco a poco las construcciones la superan, fue perdiendo su funcionalidad y, con esto, desapareciendo.
Hoy queda sólo un pequeño trozo al final de la calle ¿da Ponte¿, casi en la confluencia de esta con la calle Pardo de Cela. Lo que aquí se puede ver es sólo una parte del trazado original pero puede dar idea de cómo eran sus características.
Haciendo un pequeño recorrido por la historia de la muralla, tenemos que comenzar indicando que Mondoñedo era una ciudad abierta hasta que se acuerda construir un cerco para protegerla. En 1320 se consigue el acuerdo entre el Obispo, el Cabildo y el Ayuntamiento para la construcción de una muralla y, en ese mismo documento, también se reparten las obras, quedando por un lado el Prelado y el Cabildo que construirán desde la ¿Porta da Fonte¿ hasta la calle ¿Batitales¿ y el Ayuntamiento y Alcaldes, la parte restante.
En total, esta obra contaría con un perímetro de 850 metros encerrando las actuales plazas y calles: Plaza de la Catedral, Plazuela Peña de Francia y Calles Lence Santar, Pardo de Cela, Pascual Veiga, Alfonso VII, Progreso, Pacheco y Noriega Varela.
El otro elemento significativo de la muralla serán sus puertas: Puerta ¿da Vila¿ o ¿da Fonte¿ (frente a la Fuente Vieja), Puerta de Batitales (en las confluencias de la calle Pacheco y Leiras Pulpeiro), Puerta de las Angustias (al final de la calle Alfonso VII, esquina Cuartel de Milicias ¿actual Ayuntamiento- Puerta de la calle de Pumar o de la Cruz (contigua a la calle ¿da Ponte¿, al final de Pascual Veiga) y la Puerta ¿do Perexil¿ (al final de Pardo de Cela).
La principal razón que se esgrime para su construcción es la necesidad de defender la ciudad frente a los peligros exteriores, derivados fundamentalmente de la inestabilidad política generada por la minoría de edad del rey Alfonso XI. No iban muy desencaminados cuando ya en 1327 los mindonienses se hacen fuertes en la muralla al ser atacados por Pedro Fernández de Castro.
Continúa el siglo XIV con abundante actividad violenta y esto hace que las fuerzas locales decidan colocar guardas en la ciudad y en sus puertas. A partir de 1321 Obispo y Cabildo de una parte y Alcaldes y Ayuntamiento de otra, asumen los gastos de esos guardias. La autoridad eclesiástica los viernes y sábados y la autoridad civil, el resto de los días de la semana.
Poco a poco Mondoñedo fue creciendo, las construcciones superan la muralla y además esta está caída en diversas partes por falta de cuidado ya sea por pereza o carencia de medios. Pero aún hay un tercer factor que contribuye a su deterioro: las construcciones que se hacen sobra la misma, contraviniendo lo indicado desde el Ayuntamiento. Estamos en el siglo XVI, una centuria con mucha actividad sobre la muralla.
En primer lugar tenemos que hablar de modificaciones hechas a raíz de nuevas construcciones. La edificación de la nueva cárcel necesitó que se rompiese la muralla, pero será la construcción de la ¿Fonte Vella¿ la que dé lugar a una mayor obra, pues será preciso modificar la puerta ¿da Villa¿ o puerta ¿da Fonte¿ dando lugar a una mas amplia por la que pudiera pasar gente a caballo y carros. Esta modificación hizo que también se conociese esta entrada como Puerta ¿Nueva¿.
Por el lado negativo, podemos dar dos pinceladas que contribuyeron a su deterioro y que se produjeron en 1554 y 1556 cerca de la puerta de ¿Batitales¿ en la que se invade la ronda con una edificación y se obliga al constructor a derribar lo construido y en la Puerta de Angustias, donde surge un problema con el estribo de la puerta al verse afectada por una vivienda. Pero, por otra parte, hay también acciones positivas, por ejemplo en 1558 el Regidor de la ciudad, Juan López Praveo, solicita que se establezca dónde puede construir en su propiedad, puesta que esta lindaba con la muralla y la misma está caída. El ayuntamiento dictamina que se construya sobre el trazado de la cerca para así recuperarla y reforzarla. Esta construcción llegaría al pie de la Puerta ¿da Vila¿.
Por estas mismas fechas (1558) se propone construir un nicho dedicado a la Virgen en la puerta de la calle ¿Ferreiros¿ (actual Afonso VII). Este será el germen de la futura capilla de las Angustias, situada en la puerta de entrada de dicha calle y que acabará dando nombre al arco.
En este siglo no todo serán construcciones, tenemos que hablar de un ¿servicio público¿ prestado por la muralla: en el año 1569 se cierran las puertas para evitar la entrada de la peste en la ciudad.
Ya finalizado el siglo que nos ocupa, podemos describir un panorama bastante malo para la muralla y ver que las autoridades son conscientes de lo que está a acontecer y quieren recuperarla. Así, en 1596 se propone reconstruir con cargo al Ayuntamiento, el tramo de muralla que caerá desde ¿la puerta de la ciudad hasta arriba del albergue¿ y además, en esta misma alegación, se indica que la ciudad ya no tiene muralla o que cayó por cien partes, que se construye libremente y que se puede salir de la ciudad sin impedimento ninguno. Mondoñedo tiene muralla pero parece como si ya no la tuviera.
El declive final de la muralla comenzará en el siglo XVIII al sufrir de una forma más directa las consecuencias derivadas de la expansión de la ciudad. El edificio que más le va a afectar será el Convento de las Concepcionistas pues para su construcción se hace preciso derrumbar la puerta de ¿Batitales¿ por edificarse este convento sobre unas casas y huertas anexas a la cerca pero con un mayor volumen que el preexistente con lo que comprometerán su continuidad en la zona.
Así como el comienzo del fin fue el siglo XVIII, el siglo XIX será el de su eliminación, salvo en el trazado que llegó a nuestros días. Como decíamos, este será el siglo más complicado para la continuidad de la muralla pues las ideas de modernidad y libertad que fluyen en la sociedad, provocarán que se tenga una concepción asfixiante de la muralla para la ciudad, como algo que dificulta su expansión. Se llegará a solicitar, incluso, informes médicos sobre la salubridad de las mismas y en ellas se recogerán datos como que dificulta la renovación del aire.
Todo esto provocará que la muralla vaya desapareciendo y sobre todo las puertas que se conservaban con restos del trazado original.
Los expedientes de demolición no tardarán mucho en ponerse en marcha y así, tras la caída de la puerta de ¿Batitales¿ en el siglo anterior, en 1834 se tramita el de la puerta ¿da Vila¿ o ¿da Fonte¿ y en 1835 ocurre lo propio con la Puerta de las Angustias y la capilla situada a su lado.
En ese mismo año también se inicia el expediente de demolición del arco de la calle Templarios (actual Pascual Veiga): la Puerta ¿da Cruz¿, algo que no se ejecutará de inmediato pues se sabe que en 1836 se solicita, desde los mandos militares, el derribo de esta puerta con motivo de la fortificación del Seminario durante las Guerras Carlistas para evitar que, en caso de la toma de la ciudad, se pudiese usar esa puerta como punto de ataque de la fortaleza improvisada, pero no será hasta el año 1854 cuando se derrumbe este arco haciendo coincidir estas obras con la ampliación de la calle. Estas obras suponen también la expropiación de los terrenos dedicados a cementerio a este lado de la Catedral.

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